Apagas la música, te secas con furia, como si así lograras borrar los recuerdos de tu mente. Te miras al espejo, dos cristalinas gotas ruedan por tu cara, lágrimas, dolor, furia, impotencia...Pones de nuevo esa canción la cantas y te agarras a lo primero que encuentras lloras impotente y observas su foto, cómo eran sus labios, cómo los besabas, cómo te acariciaba, esa sonrisa pícara, su pelo, sus ojos de caramelo. La canción acaba y te encuentras tirado, destrozado apaleado por una panda de recuerdos sin compasión.
Finalmente decides no volver a escucharla, que ya lo has superado, que ya estás bien, que has pasado página, pero cuando la oyes, por casualidad, tu mundo se derrumba y todos esos momentos enredados entre la furia y la impotencia vuelven a tu mente.

No hay comentarios:
Publicar un comentario