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viernes, 8 de julio de 2011

time

Con un sólo susurro conseguiste sacarme mi risa más pava y tonta, con una sola caricia acelerabas mi pulso, con un beso lograste parar mi mundo. Todo el universo se paraba a mirarnos mientras nosotros, los dos ilusos, mirábamos las nubes desde la arena de la playa, nerviosos, con el corazón a mil por hora, era entonces cuando tumbados en el suelo agarrabas mi mano, como si de tu único apoyo en el mundo se tratase, justo ese momento, cuando rasgabas las cuerdas de esa guitarra intentando enseñarme tocar alguna canción tonta. Y parece que fue ayer, cuando en la sombra de los viejos árboles de un parque me acariciabas el cuello con tus dedos, me besabas poco a poco y me susurrabas que era tu niña, la más bonita. 
Y pasaron los días entre mensajes, llamadas, juegos y estúpidas clases de matemáticas inventadas con la única escusa de vernos, así, besándonos bajo la lluvia sin importar que nadie mirase, jugando a aguantar miradas, mientras fundíamos el dulce caramelo de nuestras miradas en un beso que llegaría por parte del más débil. Y entre tantos juegos llegó la tristeza, el dolor, el daño y el rencor que me quita el sueño cada noche, el dolor que siento al ver esas fotos, esos recuerdos. 
La gente dice que poco a poco se irán desvaneciendo, desparecerán de mi mente, pero es que después de tanto tiempo duele más que nunca, arde como nunca ha ardido el dolor en mi pecho y, ¿ahora qué? me pregunto una vez más ¿qué depara esa magia a la que la gente llama tiempo que todo lo borra? no lo sé, pero ahora mismo sólo sé que ni el mejor truco de brujería podrá borrarte de mi mente.

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