Y pasaron los días entre mensajes, llamadas, juegos y estúpidas clases de matemáticas inventadas con la única escusa de vernos, así, besándonos bajo la lluvia sin importar que nadie mirase, jugando a aguantar miradas, mientras fundíamos el dulce caramelo de nuestras miradas en un beso que llegaría por parte del más débil. Y entre tantos juegos llegó la tristeza, el dolor, el daño y el rencor que me quita el sueño cada noche, el dolor que siento al ver esas fotos, esos recuerdos.
La gente dice que poco a poco se irán desvaneciendo, desparecerán de mi mente, pero es que después de tanto tiempo duele más que nunca, arde como nunca ha ardido el dolor en mi pecho y, ¿ahora qué? me pregunto una vez más ¿qué depara esa magia a la que la gente llama tiempo que todo lo borra? no lo sé, pero ahora mismo sólo sé que ni el mejor truco de brujería podrá borrarte de mi mente.
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